Asomaba su cabeza por encima del asiento y se reía como ríen los niños pequeños. Miraba mi cuaderno y a mi. Cuando levantaba la vista se volvía rápido y se reía de nuevo. Su madre cantaba con él y le daba golosinas. Jugaban a las palmitas y al veo veo. Pero al poco rato volvía a ver su cabecita de rizos rubios asomando y sus ojos enormes y curiosos. Le seguía el juego, divertida, mientras intentaba atrapar en mi libreta la luz de aquella mirada de angelito travieso.
ideal para un libro, con las ilustraciones y todo
ResponderEliminarJaja muchas gracias quini!! La verdad es que me encantaría trabajar ilustrando cuentos :)
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