¿Jugamos?

La locura está ahí, aunque no la veamos. La locura está en nuestra alma, solo nos hace falta desatarla, atrevernos a romper las cadenas. ¿Jugamos con ella?

El recuerdo de la llegada

Te vuelves a ver a ti misma, en el mismo lugar pero en tiempos muy diferentes. Entonces te das cuenta de lo que cambiaste. Y ves el reflejo de tu recuerdo mirando a todos lados, con la boca abierta y los ojos como platos. Ese mundo no era el tuyo, pero tú ya no eres tu, y aquel mundo te pertenece. Y sientes pena, porque sabes que aquel recuerdo se irá desvaneciendo poco a poco; al igual que te desvaneciste tú.

Más allá...

Los dos solos, hablando, sonriendo. Por una vez siente que no va a desaparecer y que estará con ella, siempre, juntos. El cielo es azul, la brisa sopla casi con dulzura y él mira al cielo con esa mirada suya, tan profunda. Ella lo mira de reojo y nota su corazón salirse del pecho. Ya no importa volver a casa, ya no importa saber dónde está, ni por qué llegó allí, porque más allá de su mundo estaba él.

Las hadas del bosque helado

Están en el bosque cuando sentimos esa brisa helada. Son hadas guerreras, aclimatadas a vivir en oscuridad, a sobrevivir a las nevadas, a la lluvia y al granizo. No miden más de un antebrazo humano, es decir, son pequeñas pero no diminutas. Antaño fueron mayores, tal vez podían llegar a medir lo que un niño de siete años, pero la evolución las volvió más pequeñas, más ligeras más imperceptibles al ojo humano.

Ángel animal

No es locura. Ni rabia ni ira. No es odio ni venganza. Tampoco tristeza, ni melancolía. Ni amor ni  desamor. O quizás sea todas a la vez...
 No lo sé.
 Ni lo sabré nunca.

Paraíso carcelario

Los colegios mayores tienen mala fama y, por lo visto, eso hace de nosotros unos monstruos a los ojos de mucha gente, gente importante que además puede hacernos mucho daño. Vivimos bajo la amenaza de ser expulsados de la universidad. Hablan de nosotros como si fuéramos torturadores nazis, delincuentes,  asesinos. Lo que nos molesta es que ni siquiera saben de lo que están hablando. No se han molestado nunca en ver cómo funciona  un colegio mayor. Nos instauran una dictadura del terror, un régimen de monjitas, un carcelero que da vueltas para vigilar que a las once de la noche todos estamos durmiendo. No somos bebés, no necesitamos que nos vigilen ni controlen, ni que nos ametrallen con nuevas normas propias de un régimen autoritario. Esperamos que la cosa se cambie con el tiempo, que nuestro "carcelero nuevo" vea que todas esas historias de terror que le han metido en la cabeza antes de venir no son más que patrañas. No está en un reformatorio con delincuentes juveniles, está conviviendo con unos universitarios cuyo único pecado es haber tenido la mala idea de querer vivir todo lo que (se suponía) te daba un colegio.

La mirada en el tren

Esto es lo que pasa cuando tienes que estar dos horas y media en el tren. Dibujas tanto que al final salen cosas raras como esta. No me preguntéis qué es lo del cuello, ni yo misma lo sé. Pero estos creo que son, casi sin ninguna duda, mis dibujos favoritos del curso pasado. Me encantan los colores que les dí, cómo quedó la acuarela, la textura,  los brillos. De hecho, me estoy haciendo en un lienzo con acrílicos del dibujo de la chica, espero acabarlo pronto. El del hombre empezó siendo un retrato y acabó así. Además,  creo que fui demasiado descarada porque al cabo de un rato el señor (que estaba sentado a mi lado) se cambió de asiento, supongo que se sentía incómodo. ¡Cosas que pasan!

P.D: Ayer empecé mi segundo año en la universidad pero no he puesto nada de nuevo año porque aún me quedan muchos del cuaderno del año pasado. Sí, si, fui una vaga pero lo estoy solucionando. Cuando acabe pondré los nuevos.